Gestión de equipos: ¿Dejar que su equipo trabaje horas extras realmente vale la pena?
Si hay una verdad definitiva en los negocios y el trabajo en general, es que «siempre hay más trabajo que hacer». Todo empresario necesita seguir el principio de «la rutina no se detiene, el trabajo no se acaba» para tener éxito. Pero, ¿cuándo es realmente demasiado trabajo? ¿Dónde está la delgada línea que separa el comportamiento impulsivo del abusivo?
Hay una vieja cita que dice que siempre debe haber «una paga justa, por un día justo de trabajo», Esta será siempre la base de cómo pagamos a nuestros empleados por las horas extras. Pero, ¿cuándo se vuelve insostenible el trabajo de horas extras? ¿Cuándo se vuelve perjudicial? ¿Vale realmente la pena?
Para responder a esta pregunta, tenemos que analizar las cosas desde puntos de vista específicos:
El número de horas que los empleados son realmente productivos
En primer lugar, hay que determinar cuántas horas de un turno de 8 horas son realmente productivas para los trabajadores. Los tiempos están cambiando definitivamente.
Durante la Revolución Industrial, las fábricas debían ser atendidas y gestionadas las 24 horas del día. Esto se consideró demasiado brutal y, por ello, se implantó el turno de trabajo de 8 horas, con 8 horas de descanso. Según este artículo, la mayoría de las personas sólo son productivas durante 3 horas de un turno de trabajo de 8 horas. Sólo con este dato ya podemos suponer que la compensación económica, como la que supone el pago de horas extras, nunca podrá motivar realmente a un empleado para que alcance niveles óptimos de productividad.
No se le ocurra utilizar estos datos para eliminar o incluso reducir el pago de horas extras sólo porque recientemente se haya enterado de que la mayoría de los empleados sólo son productivos durante tres horas.
Agotamiento y deserción
Las horas extras acabarán provocando el agotamiento. No olvides nunca que estás pidiendo a tu equipo que trabaje fuera de la jornada laboral de 8 horas. Son horas que se destinan al descanso para que el empleado recupere fuerzas y se concentre para rendir bien en el trabajo al día siguiente. Ahora bien, si se quita ese periodo de recuperación de la ecuación, se podría comparar con el hecho de que sólo se pueda exhalar y nunca inhalar. Al final te quedas sin aliento, y bueno, no podrás funcionar tan eficientemente.
El agotamiento suele provocar bajas. Y cada empleado que se va significa que queda un vacío en cuanto a quién va a retomar el trabajo del dimisionario. Y no sólo eso, sino que además puede que tenga que hacer frente a nuevos gastos de formación cuando podría dedicar sus recursos a tareas importantes.
La regla de los rendimientos decrecientes y la correcta delegación de tareas
Ahora bien, no vamos a dejarte sin una alternativa a la hora de pedir horas extras. En primer lugar, tienes que analizar tus procesos y tareas. Elimina los procesos innecesarios y frívolos para liberar a más personas en las que delegar tareas. A veces puede haber más personas de las necesarias trabajando en una misma tarea. Averigüe y redistribuya en consecuencia.